ESTUDIOS DE CALIDAD AMBIENTAL INTERIOR
- INPAL
- 24 jun
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 25 jun
Estudios de calidad ambiental interior
POR QUÉ IMPORTA Y CÓMO MEJORAR LA CALIDAD AMBIENTAL INTERIOR
Imagina esto… llegas a tu casa después de un largo día, cierras la puerta y respiras profundo… pero en lugar de esa sensación de alivio, notas que el aire está pesado, como cargado. O quizá en tu oficina, después de unas horas, empiezas a sentir que te duele la cabeza sin razón aparente. ¿Te ha pasado? Muchos no lo sabemos. Podría tratarse de la calidad ambiental interior, un tema del que poco hablamos pero que afecta directamente nuestra salud y productividad.
Resulta que pasamos alrededor del 90% de nuestro tiempo en espacios cerrados—viviendas, oficinas, escuelas—industrias y muchas veces damos por sentado que el aire que respiramos ahí es limpio. Pero la realidad es que puede estar lleno de contaminantes: compuestos orgánicos volátiles (COVs) de pinturas y muebles, ácaros, humo, esporas de moho, e incluso gases que se filtran sin que nos demos cuenta.
¿QUÉ PASA CUANDO EL AMBIENTE INTERIOR NO ES SALUDABLE?
Los efectos pueden ser sutiles al principio: irritación de ojos, garganta seca, fatiga constante… síntomas que fácilmente atribuimos al estrés o al cansancio normal. Pero con el tiempo, una mala calidad del aire interior puede agravar alergias, provocar problemas respiratorios e incluso afectar nuestra concentración. En lugares con poca ventilación, el dióxido de carbono (sí, el mismo que exhalamos) se acumula y nos hace sentir somnolientos, como si el cerebro no diera para más.
¿CÓMO CUIDAR EL AMBIENTE EN NUESTROS ESPACIOS?
Aquí te dejamos unos consejos. La buena noticia es que no hace falta ser un experto para tomar medidas. Algunos cambios simples pueden marcar la diferencia:

1.- Ventilar, ventilar y ventilar:
Abrir las ventanas aunque sea unos minutos al día renueva el aire atrapado y reduce la concentración de contaminantes.
2.- Plantas de interior:
No son solo decoración. Especies como el Potus, Ficus y la Sansevieria ayudan a filtrar toxinas.
Las imágenes se muestran en orden con base al nombre de las plantas.

3.- Controlar la humedad:
Un nivel entre el 30% y 50% evita la proliferación de moho y ácaros. Un deshumidificador o incluso extractores en baños y cocinas pueden ayudar.

4.- Elegir productos low-VOC:
Desde pinturas hasta muebles, hay opciones con menos compuestos químicos volátiles.

5.- Mantener limpieza (sin exagerar):
Aspirar regularmente y evitar acumulación de polvo es clave, pero ojo con los limpiadores agresivos—a veces sustituirlos por vinagre o bicarbonato es mejor.
PEQUEÑOS CAMBIOS, GRANDES IMPACTOS
Al final, se trata de ser conscientes de que el ambiente en el que vivimos y trabajamos nos influye más de lo que creemos. No necesitamos convertirnos en fanáticos de la pureza del aire, pero sí observar, preguntarnos "¿Cómo me siento en este espacio?" y hacer ajustes donde sea posible. Porque, al fin y al cabo, respirar mejor es vivir mejor.
¿Y tú? ¿Has notado cómo afecta el aire en tu casa o oficina? A veces las soluciones más simples son las que más nos cambian el día.
LA CIENCIA DETRÁS DE LA CALIDAD AMBIENTAL INTERIOR
Cuando hablamos de estudios en este campo, no solo es "medir si el aire se siente fresco". Hay todo un protocolo científico detrás, con parámetros estandarizados y tecnologías que detectan lo que nuestros sentidos no pueden percibir. Por ejemplo:
1. ¿Qué se mide exactamente?
Los estudios suelen enfocarse en estos indicadores:
CO₂ (Dióxido de Carbono): Concentraciones arriba de 1000 ppm (partes por millón) en interiores reducen la capacidad cognitiva (¡está comprobado en estudios de Harvard!). Se mide con sensores infrarrojos.
Compuestos Orgánicos Volátiles (COVs): Como el formaldehído (presente en muebles de aglomerado o pegamentos). Se analizan con cromatografía de gases.
Material Particulado (PM2.5 y PM10): Esas partículas microscópicas que entran desde la calle o se generan al cocinar. Aquí se usan contadores láser.
Humedad y Temperatura: Un rango ideal evita moho y ácaros. La OSHA recomienda mantenerla entre 20-24°C y 40-60% de humedad relativa.
2. Métodos de Evaluación
No es solo llegar con un aparatito y ya. Los estudios serios siguen protocolos como:
Monitorización continua: Sensores que registran datos 24/7 para ver patrones (ej.: picos de CO₂ en reuniones largas).
Muestreo puntual: Tomar muestras de aire o superficies (para detectar hongos, por ejemplo) y analizarlas en laboratorio.
Encuestas de ocupantes: Porque el confort percibido también cuenta. Si el 20% de las personas en un edificio reportan dolor de cabeza, hay una bandera roja.
3. Estándares de Referencia
Aquí entran normas como:
ASHRAE 62.1 (ventilación para aire aceptable).
WELL Building Standard (certificación que evalúa salud en edificios).
Directiva UE 2008/50/CE (límites legales para contaminantes).
¿Y qué hacemos los expertos con estos datos?
En INPAL no nos quedamos en el diagnóstico. Un buen estudio propone soluciones técnicas con los sistemas de aire acondicionado.
Sistemas de ventilación mecánica con filtros HEPA (para PM2.5).
Estrategias de "flushing" (ventilación intensiva post-construcción para eliminar COVs).
Diseminación de patógenos: Bandejas de condensación con estancamiento son focos de hongos y bacterias.
Humidificadores integrados: En climas secos, compensan la deshidratación que provoca el aire acondicionado.
Así que, la próxima vez que notes que el aire de un lugar te pesa, recuerda: no es "cosa tuya". Es una señal de que ese espacio necesita mantenimiento, y ahora ya sabes por dónde empezar. Porque respirar aire limpio no es un lujo, es un derecho. Y, sobre todo, es una de las formas más sencillas de cuidarnos a nosotros mismos y a quienes comparten esos espacios con nosotros.
Estudios de calidad ambiental interior

Tel: +52 55-1114-8980
Wa: +52 55 8255 8084
Kommentare